Hoy os comparto una experiencia que tuve en Sukhothai, un maravilloso lugar que está situado al norte de Tailandia. Es un centro histórico parecido al de Ayutthaya pero mejor conservado. Contemplamos unos paisajes muy bonitos con sus templos, el parque lo recorrimos en bicicleta y coincidió que había unas fiestas, por lo que había mucho ambiente y tuvimos la suerte de disfrutar de representaciones con bailes y vestuarios típicos tailandeses.
Como veis yo de tailandesa tengo poco😉
Para terminar la jornada recorrí la calle principal del pueblo y encontré un lugar en el que hacían masajes, una amiga me había hablado muy bien de los masajes que hacían en Sukhothai y sí, tenía razón.
El lugar era peculiar, era una sala que tenía una tarima de madera con unos cojines, sin cortinas que separasen ni nada, tenían un perro al que le faltaba una pata que entraba y salía de la sala, de hecho durante el masaje se quedó durante un buen rato debajo de la tarima. El masaje consistía en estiramientos y manipulaciones intensas, profundas y lo hacía con mucho arte y tacto, la mujer sabía dónde tocaba, sabía lo que hacía y como es habitual en el masaje tailandés lo hizo sobre la ropa.
Cuando llevaba un rato con el masaje empezó a desfilar por la sala la familia de la masajista al completo, sus dos hijos, la abuela y de repente entró una señora que se sentó en un sofá, empezó a charlar con la masajista la cual no paró para nada el masaje. Estuvieron un rato de charla y luego se fue.
Entiendo que en Tailandia el masaje es una terapia que tienen incluida en su día a día, no es como lo vemos los occidentales, que la mayoría piensa que es un lujo. Pienso que es invertir en salud y cuidarse para evitar enfermar.
Para terminar os comparto una foto que me encanta y me relaja…Feliz semana para todos😄
Belleza y viajes 